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La sexualidad en el posparto

  • Anna Pedrals
  • 21 oct
  • 4 Min. de lectura

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Después de tener un bebé, muchas mujeres experimentan un gran cambio en su relación con el deseo sexual, y es que el cuerpo y la mente de la madre atraviesan una auténtica transformación en el posparto. Por eso es completamente normal que el deseo desaparezca, y además tiene sentido. A nivel hormonal, el cuerpo está programado para favorecer el vínculo con el bebé y asegurar su supervivencia. Esto significa que lo que busca tu cuerpo es que dirijas prácticamente por completo tu energía y atención hacia la criatura.


Durante el embarazo y el parto, el cuerpo vive una experiencia muy intensa, y será inevitable que el posparto sea una etapa de grandes cambios y adaptaciones, tanto físicos como emocionales.


Cambios físicos

  • Recuperación del cuerpo: puede haber dolor en la zona vaginal, cicatrices (episiotomía, cesárea), sequedad vaginal (especialmente si se da el pecho).

  • Cansancio: la falta de sueño y el desgaste físico impactan directamente en el deseo.

  • Cambios hormonales: la prolactina y otras hormonas pueden hacer que el deseo disminuya temporalmente, porque, como decíamos, las hormonas nos conducen a atender al bebé.


Cambios emocionales

  • Nueva identidad: la maternidad y la paternidad implican reajustar roles y prioridades.

  • Autoestima: el cuerpo ha cambiado y eso puede afectar la autopercepción del atractivo.

  • Relación de pareja: la intimidad se ve modificada por la nueva dinámica familiar.


Todos estos cambios hacen que el deseo quede a menudo en un segundo plano, y es importante entenderlo sin vivirlo como un problema. Hay momentos vitales en los que, por diferentes motivos, no lograremos conectar con el deseo. Porque el deseo y las relaciones implican energía, algo que en muchos momentos simplemente no tenemos (y especialmente en el posparto).


Si no tengo un espacio disponible para mí, ¿cómo va a haber espacio para que aparezca el deseo?


Por lo tanto, poco podemos hacer ante una situación tan natural. Pero sí quiero dejarte algunas ideas para poder vivir la sexualidad con más calma en esta etapa y evitar que esta falta de deseo se prolongue.


  • Desmontar algunas expectativas. Es importante entender que tener o no tener deseo no determina nuestra sexualidad. Somos seres sexuales desde el momento en que nacemos y hasta que morimos. La sexualidad no depende de la frecuencia de las prácticas ni de la cantidad de deseo, porque todo eso es muy variable. No podemos, por tanto, reducir la sexualidad a las relaciones sexuales compartidas. Es un concepto mucho más amplio: es autoerotismo, es conexión con el propio cuerpo, es contacto íntimo, afecto, placer... Por eso es importante que tanto tú como tu pareja desmontéis esas expectativas, y entendáis que, en esta etapa, tu sexualidad también está presente, aunque se manifieste de otra manera.


  • Respetar tu ritmo. Poco a poco, todo se irá reestructurando y el deseo irá apareciendo de manera progresiva, pero hay que recordar que no existe un tiempo “correcto” para volver a tener relaciones. Cada mujer necesita su propio ritmo y es importante respetarlo sin presiones. A veces esto se complica porque muchas mujeres arrastran un sentimiento de culpa por no tener deseo. Esa culpa proviene del guion social que nos dice que, como mujeres, nos toca satisfacer a nuestras parejas. A menudo intentamos cumplir con ese mandato sin respetar nuestro bienestar físico y emocional, y eso solo hará que el proceso de reaparición del deseo sea más lento. Por eso es tan necesario aprender a identificar esa culpa, escucharse, poner límites y liberarse de esa exigencia.


  • Acompañamiento de la pareja. La situación se complica cuando esas exigencias no solo nos las imponemos nosotras mismas, sino que también vienen de la pareja. El deseo no nace de la presión ni de la insistencia, sino del cuidado, la complicidad y la corresponsabilidad. Cuando la pareja está presente, respeta los ritmos, comparte las tareas y ofrece un apoyo real, se genera un espacio más seguro y amoroso donde el deseo puede volver a aparecer con más facilidad.


  • Conexión con el propio cuerpo. El cuerpo, como ya se ha comentado, ha pasado por muchos cambios. Mírate el cuerpo frente al espejo, observa también tu vulva, mira tu cicatriz, acaríciala cuando ya no haya dolor... reconócete en todos esos cambios. Y cuando lo hagas, poco a poco ve recuperando la relación con tu propio placer; en este sentido, la masturbación puede ser un paso importante antes de retomar una vida sexual compartida.


  • Buscar nuevas formas de intimidad. La sexualidad después del embarazo y del parto no desaparece, se transforma. Y no se trata de recuperar lo que había antes, sino de darse permiso para vivir el deseo y la intimidad de una manera nueva, más flexible y libre de presiones. También puede ser una oportunidad para explorar otras formas de intimidad: besos, caricias, masajes, cualquier contacto afectivo sin la presión de llegar a la penetración.


Por último, recordarte que si pasado un tiempo la falta de deseo persiste, el dolor continúa presente o hay dificultades emocionales que bloquean tu placer, puedes buscar ayuda profesional.


Escrito por Anna Pedrals


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